Patricia Gadea nació en Madrid en 1960. Comenzó sus estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense. En este tiempo, compaginó el impulso rompedor relacionado con el Pop Art, con la nueva figuración española, utilizando el reciclado del cómic, las imágenes impresas en los medios de comunicación y también con los objetos de consumo diario. En 1985 fue protagonista, junto varios artistas, de la creación, en el pasaje subterráneo que conecta el barrio de Salamanca con el parque del Retiro madrileño, de una supuesta galería llamada «Mary Boom». La iconografía creada por Gadea en la década de los 80 fue ecléctica y osada, una consecuencia y fiel reflejo de las vivencias de una generación que vivió con intensidad la Movida Madrileña. En 1986 obtuvo una beca del Comité Conjunto Hispano-americano para ampliar su formación en Nueva York. Desde ese año hasta finales de los 90 vivió junto a su pareja, y también pintor, Juan Ugalde en Nueva York. Esta etapa fue decisiva en su carrera artística, se sumergió en las fuentes de las historietas infantiles de los 70 (Editorial Bruguera) –las hermanas Gilda o 13 Rue del Percebe–, que ella transformó y descontextualizó. Allí fundó junto a Juan Ugalde, el colectivo de artistas llamado ‘Estrujenbank que publicó el libro “Los tigres se perfuman con dinamita”, donde aparecen algunos textos de Gadea, ya que la escritura para ella tuvo un papel esencial en su transformación hacia «lo colectivo». Entre 1990 y1996 vuelve a Madrid, y con Juan Ugalde, abrieron una galería de arte alternativo en el barrio de las Delicias, la sala Estrujenbank y crearon una revista, que en esos años fue el motor de innovación de un arte español joven y más comprometido con la realidad política y social. La separación de Patricia y Juan determinó el fin de la experiencia de Estrujenbank, tanto de su obra de grupo como de su galería. Entre 1996 y 2006 vive en Palencia. Tras un breve tiempo de incertidumbre, Patricia retornó a la pintura, en solitario, con una fuerza renovada, inició un viaje de exploración personal y artística cuyos resultados son algunos de sus mejores cuadros y magníficos dibujos y acuarelas. En esos últimos años Gadea reflexionó sobre el tema de la mujer y esta preocupación quedó reflejada en muchas de sus obras. Mostró esa condición de mujer abordando el imaginario y los arquetipos femeninos de forma crítica. La artista padeció una importante adicción a las drogas, propia de un tiempo vivido con el entusiasmo y la esperanza de una generación que celebró, como nunca antes se había hecho, la libertad recién llegada, tuvo que pasar por un centro de desintoxicación próximo a Palencia. Cuando su degradación fue en aumento, vivió casi en la miseria, ganándose la vida dando clases de arte a niños y cuidando a ancianos. Patricia murió sola y arruinada en el piso que ocupaba en Palencia. Entre sus pertenencias se encontró un cuaderno de notas, en éste se encontraban dibujos, apuntes sobre sus actividades diarias y algunas reflexiones que eran bastante significativas: “Existen infinitas maneras de enfrentarse al arte”, “creo que avanzo hacia la muerte”, “pasa el tiempo y me doy cuenta de que estoy cada día más cerca de que se me acabe”, “creo que he decepcionado a todo el mundo”. Sus últimos compañeros de viaje fueron la depresión, los barbitúricos y el alcohol, una mezcla que su sensible corazón no pudo soportar. A los 46 años superó esa dependencia mediante una larga lucha, pero no fue suficiente. Con el fallecimiento de Patricia Gadea desapareció una de las mejores pintoras españolas del siglo XX.