Los doce dibujos que conforman el conjunto Historia natural parecen hablarnos de dos momentos paralelos a lo largo del viaje a la frontera de Brasil que Gilda Mantilla realizó con Raimond Chaves por invitación de los comisarios de la 27 Bienal de São Paulo a modo de residenciaexpedición. Dos viajes, porque mientras en uno Mantilla relata con fino trazo de lápiz los perfiles que de la selva y el cielo amazónico se pueden ver desde el barco en su recorrido –es decir, el río desde dentro, a modo de relato conradiano, haciéndonos imaginar desde la cubierta y a salvo qué puede ocurrir dentro de su espesura–, en la fila de abajo se suceden escenas de flora y fauna, en una primera mirada inconexas unas de otras, y que bien puede Mantilla haber extraído de libros y manuales referentes a los animales del lugar, o que puede haber visto con sus propios ojos en el transcurso del recorrido en barco hasta Tabatinga. Tanto unos como otros nos hablan de varias cosas, pero seguro de una: la inabarcabilidad de un ríomundo como es el Amazonas, la imposibilidad y el fracaso –en ese sentido compilatorio– de esta expedición ya desde su principio. Una manera de preguntarse sobre «lo ajeno» en «lo propio».